Cuando me llamaron desde SIRA para diseñar un curso de experiencia cliente para los agentes inmobiliarios en España, me entraron muchas dudas sobre mi capacidad de añadir valor en un sector muy competitivo, donde no tengo experiencia (excepto como cliente comprador y vendedor) y donde los participantes son tod@s emprendedores con muchos años de experiencia. Si añades a eso el hecho de ser inglés (aunque llevo más de 33 años viviendo en España y habiendo trabajado en todas las regiones autónomas dando el curso), pues las dudas eran considerables.
Pero luego, después de darle muchas vueltas, dije que sí, porque me di cuenta de que en cualquier experiencia con un cliente, la experiencia en sí no se define tanto por las partes técnicas o el proceso legal/comercial, sino por la experiencia personal que el cliente tiene y vive de TI como interlocutor. No se van a acordar del dinero, ni de las comisiones ni de las plusvalías, pero SÍ se van a acordar de cómo les hiciste sentir, de tu energía, de tu onda, del hecho de que sentían que estabas de su lado siempre, incluso para decirles cosas que no les gustaban y que también te podían perjudicar a ti.