Tengo la suerte de recorrer la península de norte a sur y de este a oeste todos los meses. En los últimos cinco años he visto crecer el número de oficinas inmobiliarias en todas las grandes ciudades, y en las poblaciones más pequeñas, también. Hasta aquí normal, ya que con la última crisis cerraron más de la mitad de las oficinas que había en el “BOOM” de 2007. Según los últimos datos publicados, estamos en record de oficinas inmobiliarias abiertas y agentes en la calle operando, superando muy holgadamente los existentes antes del “BOOM” inmobiliario. Por contra, tenemos las mismas compraventas en 2018 que teníamos en 2007, sobre los 500.000€, pero sin una obra nueva significativa que aporte su granito de arena.
Los números parece que no salen, y es por eso que estamos viendo todos cerrar algunas agencias recién inauguradas, pero también otras con muchos años de experiencia que parece que no han sido capaces de adaptarse al cambio. Estamos en un momento complejo para muchos y lleno de oportunidades para otros, y como siempre, parece que depende mucho de nosotros. En un mercado estabilizado, con unas previsiones sin demasiados cambios para los próximos dos años, donde los propietarios están empoderados, “se impone la ley del más fuerte”.