En la próxima década vamos a presenciar cómo paulatinamente desaparecen cantidad de profesionales y de empresas de intermediación inmobiliaria. Pese a lo que pueda parecer, esta situación no va a estar derivada directamente de la tecnología o de los nuevos modelos de trabajo que empiezan a operar en nuestro país. La verdadera amenaza radica en nosotros mismos y en nuestra resistencia a evolucionar e innovar con el objetivo de aportar la mejor experiencia y valor añadido a nuestros clientes, a la comunidad local.
Todavía nos encontramos con muchas inmobiliarias que siguen un modelo de negocio centrado en el producto (los inmuebles) y las transacciones.