Tío, quiero comprar una casa pero no sé por dónde empezar
Las viviendas de segunda mano no son perfectas, pero contienen múltiples ventajas más allá de unos precios asequibles.
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Hace unos meses, cuando mi sobrino decidió que ya era hora de dejar de vivir de alquiler y lanzarse a comprar su primera casa, me encontré acompañándolo en una travesía bastante complicada. Al principio, como casi todos los que buscan una vivienda hoy en día, soñaba con una obra nueva, pero pronto se dio de bruces con la realidad: los precios estaban por las nubes. A medida que íbamos viendo opciones, el panorama se volvía más desalentador para él. Con los precios del metro cuadrado en España subiendo a un ritmo imparable, debido a la escasez de oferta, comprar un piso de 100 metros cuadrados, por ejemplo, se había convertido en una misión casi imposible para él. Un piso de esas dimensiones costaba más de 220.000 euros de media en España y, en ciudades como Madrid, superaban los 500.000 euros. Así que, ¿qué hacer cuando los números no cuadran? Mi sobrino no lo veía claro, pero le di tres recomendaciones para que su proyecto pudiera hacerse realidad.
Mi primer consejo fue claro: mirar hacia la segunda mano. Es lo que, hoy por hoy, recomendaría a cualquiera que esté en esta situación. De hecho, no es un consejo que solo yo daría, sino también la mayoría de los expertos en el mercado inmobiliario. No es casualidad que casi el 80% de las transacciones inmobiliarias en lo que va del año hayan sido precisamente de viviendas usadas. No solo son más asequibles, sino que además ofrecen una ventaja que la obra nueva no siempre brinda: la oportunidad de reformarla al gusto y necesidad del comprador.