Las personas cada vez son más longevas, las expectativas de vida se acrecientan y, sin embargo, el horizonte de las pensiones públicas es cada vez más incierto. El ladrillo siempre se ha considerado como la mejor inversión de cara al futuro, pues a nadie se le escapa que puede procurar una renta óptima para completar los ingresos derivados de toda una vida de trabajo. La compra de una segunda vivienda o un local o varios, según la capacidad adquisitiva de cada cual, viene siendo algo habitual para que las rentas derivadas del alquiler complementen la pensión. La novedad, en lo que respecta al sector inmobiliario, es que la propia casa también puede ser una fuente de ingresos, manteniendo la propiedad.
Así, si se es mayor de 65 años, con vivienda en propiedad y ya pagada, cabe hipotecar un porcentaje de la misma para recibir liquidez con la que poder mantenerse económicamente el resto de su vida. Vivamos más sí, pero en las mejores condiciones posibles.