Lo que no son cuentas son cuentos. Estamos en sociedad para conseguir cosas, y para conseguirlas con el mínimo esfuerzo posible. Al final el dinero se inventa para medir de una forma lo más objetiva posible lo que cuesta conseguir una cosa, o lo que cuesta perderla, renunciar a ella. Lo que vale y lo que cuesta cada cosa son las medidas que nos permiten decidir si “merece la pena” o no hacer algo, comprar, vender… Pero como recoge Antonio Machado en sus cantares populares, “…todo necio confunde valor y precio…”
El Valor es algo subjetivo, que cambia según las circunstancias y las necesidades de cada uno. Podemos estimar el valor que algo tendrá para una persona “normal”, en condiciones “normales”… podemos intentar predecir en qué precio debería ser posible encontrar un comprador… pero no dejará de ser una estimación, una cantidad aproximada, en base a un cálculo estadístico, a lo que dice nuestra experiencia. Dos tasadores diferentes darán precios diferentes, y cuando dos partes en litigio presentan sus peticiones normalmente las acompañarán de peritajes muy documentados… y con diferencias notables en sus resultados.