Es una historia cierta, pero parece una leyenda urbana: la de las personas que empiezan con un bien básico, como una cesta de productos de la compra, y consiguen comprarse un coche, después de efectuar cientos de transacciones en cada una de las cuales añaden un cierto valor y, por supuesto un margen. Ese es el principio básico que da sentido al comercio. No es lo mismo una especia en la India, que la misma especia en Venecia, donde estaban los compradores dispuestos a pagar fortunas por ella. También es la razón de que las gasolineras vendan los productos más caros. Son negocios de conveniencia porque aprovechan la oportunidad de que estés ahí justo en el momento que las necesitas.
Hace tiempo que las cadenas de televisión norteamericanas tienen programas dedicados al negocio del flipping inmobiliario: comprar casas para reformar y vender. Y así sucesivamente. De hecho, hay personas que hacen de ello su medio de vida y la vía de su enriquecimiento. Es una tentación para mucha gente, sobre todo para los “manitas” y para la gente a la que le gusta la decoración y disfruta con ello. La pregunta es si realmente es una buena línea de negocio para una Agencia inmobiliaria, ya que accede a menudo a información de propiedades en venta que necesitan reforma. Mi respuesta, vista la experiencia en cabeza ajena, es que no.