Este año he pasado muchas horas hablando con propietarios y arrendatarios; personalmente me ha servido para volver a acercarme a los clientes y estrechar la relación con ellos.
Estamos situados en el pueblo de Sant Feliu de Guíxols y en el término municipal de Sant Pol- S’Agaró, en la Costa Brava, un territorio dónde las estaciones están muy marcadas y la influencia de visitantes en época de verano fue aumentando cada año. Mi padre empezó a trabajar con propietarios y con turistas, pasaba mucho tiempo al teléfono, respondiendo por carta o hablando con clientes. Siempre con actitud amable y comprometida. Así que cuando acabé en la universidad entré en el mundo inmobiliario por la rama del turismo. Empezó todo con dar respuesta a una necesidad de alojamiento a turistas nórdicos, franceses, resto de europeos y nacionales. Nos ocupábamos, por un lado, de los propietarios que requerían de unos consejos para preparar sus viviendas, ayuda a la comercialización y a realizar trámites para las gestiones burocráticas, y por otro lado, de las familias que buscaban nuestra ubicación para hacer turismo y pedían soluciones y facilidades para poder acomodarse. Unos y otros precisaban un agente de confianza en la población para dar satisfacción a sus necesidades. Estos años fueron de aprendizaje, para ser consciente de que era necesario saber desenvolverse con habilidad en diferentes situaciones y la importancia de dar un buen servicio a los clientes.