Este tipo de construcción se posiciona como alternativa eficiente frente al modelo tradicional. Aunque en España apenas representa el 2% de las viviendas, se prevé que alcance el 10% en 2030. Su desarrollo en fábricas permite mayor control, rapidez y seguridad. Además, reduce residuos, costes y plazos sin comprometer la calidad.
Su versatilidad la hace apta para múltiples usos, desde viviendas hasta hospitales.Más allá del ahorro, este modelo responde mejor a las necesidades actuales: plazos más cortos, ajuste al presupuesto y menor impacto ambiental. Aun así, persiste la percepción de que es una solución temporal. El desafío está en valorar su encaje técnico y arquitectónico en cada proyecto, más allá del precio, en un contexto con escasez de mano de obra y necesidad de agilidad sin renunciar a la calidad.