La eficiencia energética como motor del sector inmobiliario
La vivienda sostenible puede partir de cero o adaptarse a lo ya existente. El usuario final debe ver en el sobrecoste una inversión, puesto que los resultados a largo plazo serán beneficiosos para su bolsillo y para el medio ambiente.
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La relación del mercado inmobiliario con la sostenibilidad es muy parecida a la de cualquier pareja sentimental. Se podría decir que esta historia de amor comenzó con la creación del Consejo de Construcción Verde de España. Durante aquellos primeros años los encuentros fueron breves pero intensos, y el ladrillo y la eficiencia “sellaron” su amor (literalmente) gracias a la entrada en nuestro país de certificaciones extranjeras como el LEED, promovida por la entidad estadounidense United States Green Building Council; o el BREEM, del Building Research Establishment británico. Incluso en terreno patrio ha sido puesto en marcha el sello Verde, desarrollado por Green Building Council España. Todo parecía ir genial, y hasta hubo un compromiso oficial cuando se aprobó el Código Técnico de la Edificación y se establecieron los términos de un acuerdo que en el primer aniversario tuvo como resultado la instauración del certificado energético de la vivienda.
Cuando llegó la crisis y la pobreza entró por la puerta, el amor saltó por la ventana, tal como afirma el viejo dicho. La economía española atravesó años muy duros en los que la construcción bajo criterios de eficiencia brilló por su ausencia. Fue una época en la que la edificación prácticamente se olvidó de un amor caro y exigente que, además, era incomprendido por la sociedad, ya que los potenciales compradores no estaban dispuestos a gastar más de la cuenta por sus viviendas. Pasado el tiempo, los amantes han vuelto a encontrarse de forma puntual. Cabe esperar que estén dispuestos a formar una familia numerosa, y que el parque edificatorio con los apellidos de arquitectura sostenible sea cada vez más numeroso. También sería deseable que el matrimonio recurra a la adopción con la ayuda de la rehabilitación, dando cariño a ese inventario de casas energéticamente anticuadas que, como niños huérfanos y perdidos, necesitan una segunda oportunidad.