David Wallace-Wells, autor y periodista estadounidense experto en la crisis climática, describe la historia de las emisiones de CO2 en su libro «El planeta inhóspito: la vida después del calentamiento» como: «La historia ‘kamikaze’ del mundo industrial es la historia de una vida: el planeta fue llevado de una aparente estabilidad hasta el borde de la catástrofe en los años que van de un bautizo a un funeral”.
Vivimos tiempos convulsos. Las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado durante el último siglo de forma imparable. El mundo ya no es ni volverá a ser el mismo que era en 2015 cuando, fruto de El Acuerdo de París, los líderes mundiales aprobaron la agenda 2030 y nacieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), precedidos por los Objetivos del Milenio.
De hecho, el futuro del mercado inmobiliario en España y en Europa tienen como eje central los valores que promueven los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dentro de ellos, uno de los más relevantes para nuestro sector es la descarbonización del parque inmobiliario, unido a la implementación de energías limpias para tratar de alcanzar el objetivo de emisiones netas en 2050.
En este contexto, la UE ha impulsado la llamada Taxonomía Verde Europea, una vía para que inversores y empresas puedan diferenciar qué proyectos afectan al clima y al medio ambiente para poder, entonces, saber en cuáles invertir y en cuáles no. Todo ello, por supuesto, basado en el criterio y las recomendaciones de expertos y científicos.
El objetivo con esta taxonomía es crear una clasificación unitaria de proyectos, unificar los criterios de todo el territorio europeo y poder, en colaboración con todos los agentes implicados, reducir al máximo el impacto ambiental del continente en general y del sector inmobiliario en particular. Todo ello está resumido en las seis siguientes metas principales: “(I) Mitigación del cambio climático, (II) adaptación al cambio climático, (III) el uso sostenible y la protección del agua y los recursos marinos, (IV) la transición a una economía circular, (V) prevención y control de la contaminación y (VI) la protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas”.
De esta forma, la Taxonomía Verde planteada por la Comisión Europea especifica los criterios técnicos de selección para las actividades económicas que contribuyan sustancialmente a los objetivos climáticos y otros objetivos medioambientales.
Para alcanzar el objetivo hay que dirigir los flujos de inversión según los nuevos parámetros, alineados con el desarrollo sostenible
En el acto delegado de la taxonomía europea existe la actividad específica del sector inmobiliario y de construcción de edificios (https://ec.europa.eu/sustainable-finance-taxonomy/sectors/sector/7/view), donde son descritos la contribución al cambio climático; contribución a la adaptación al cambio climático y las salvaguardas mínimas necesarias donde se establecen los criterios para identificar que intervenciones están alineadas con la taxonomía europea.
Por ello y a través de esta guía, la Comisión Europea espera que todos los estados miembros establezcan políticas nacionales que contribuyan a impulsar a la transición energética.
Para el sector inmobiliario y de la construcción/rehabilitación, toda esta regulación tiene impacto, no solo para las empresas constructoras, promotoras, reformadoras, sino también para los propietarios.
La construcción de casas energéticamente eficientes y los trabajos de reforma de los edificios no solo tienen ventajas para el medio ambiente, sino también para el bolsillo de quien las realiza. En primer lugar, porque a largo plazo supone un ahorro en suministros notable ya que este tipo de energías limpias consumen menos y, por lo tanto, cuestan menos. Y en segundo lugar, porque desde la UE van a implementar medidas que favorezcan y apoyen a aquellos que inviertan en este tipo de obras.
Este tipo de medidas son tremendamente necesarias, pues la realidad es que España se encuentra bastante atrás en la carrera por descarbonizar Europa. Tal es así que ocho de cada diez edificios en nuestro país tienen una calificación de certificado energético “E” o menor, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). En ese sentido, esta Taxonomía Verde de la Unión Europea se presenta como una gran oportunidad para unificar criterios, metas y objetivos de la inversión en rehabilitación y reforma energética. Cambiar la economía, la sociedad y el mercado supone dirigir los flujos de inversión en base a nuevos parámetros, alineados con el desarrollo sostenible.
Por último, no cabe sino destacar que el impacto que puede tener la taxonomía en la economía europea se prevé importante, ya que cambiará los focos de inversión inmobiliaria. Y no podemos dejar de lado la llegada de los fondos Next Generation EU. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española prevé la movilización de más de 140.000 millones de euros de inversión pública hasta 2026, con una fuerte concentración de las inversiones y reformas y por lo tanto la creación de muchos puestos de trabajo.